Las Historias Más Graciosas de Suegras para Morir de Risa

Mi suegra siempre fue una mujer especial. Digamos que si los dioses griegos aún existieran, ella sería la razón de todos los desastres naturales. Era como tener a Zeus lanzándome rayos, pero en versión humana y sin filtro. Si llovía el día de mi cumpleaños, ella decía: 'Mira, hasta el clima sabe que eres un inútil'.

Un día, recibí la noticia que todo yerno espera con ansias: mi suegra estaba haciendo su testamento. ¡Por fin! Me imaginaba a mí mismo recibiendo su colección de antigüedades malditas, o quizás su sillón de cuero favorito que siempre usaba para mirarme mal durante la cena.

Llega el día del testamento. Mi esposa, mi cuñado y yo estábamos sentados en la oficina del abogado, todos esperando. La tensión en el aire era como cuando sabes que te van a contar un chiste malo, pero este te va a doler en el alma. El abogado empieza a leer:

'A mi hija, le dejo la casa... a mi hijo, mis ahorros... y a mi yerno, bueno, a él le dejo...'

¡Aquí venía lo bueno! Por fin, todo el odio acumulado durante años iba a tener una recompensa.

'Le dejo... mi presencia.'

¿Qué? ¿Perdón? Yo ya me veía manejando hacia una mansión lejana, lejos de cualquier comentario venenoso, pero no, la muy bruja (literalmente) había decidido seguir torturándome desde el más allá.

El abogado aclaró la garganta y continuó: 'He reservado un nicho justo al lado del tuyo en el cementerio, querido yerno, para que sigamos juntos hasta el fin de los tiempos.'

Y ahí me di cuenta de que la maldición de la suegra no termina cuando se muere... ¡sigue hasta en el más allá! Mi única esperanza es que, donde sea que estemos, haya servicio de mudanzas. Porque una cosa es clara: si terminamos juntos en el infierno, yo pido cuarto privado.

Si esto no te hace reír... ¡te dejo mi presencia también! 😈