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Las Historias Más Graciosas de Suegras para Morir de Risa

«Historias Reales de Suegras que No Creerás que Pasaron»

¿Alguna vez escuchaste una historia graciosa de suegras que te hizo pensar: ‘esto no puede ser verdad’? En Suegra Manía, hemos recopilado las historias más graciosas sobre suegras que te harán reír hasta que te duela la barriga. Estas historias divertidas de suegras incluyen situaciones cómicas, inusuales, e incluso un poco incómodas, perfectas para compartir con amigos en WhatsApp o redes sociales. Desde suegras que parecen salidas de una película hasta anécdotas que parecen ficción, te prometemos que cada historia te arrancará una sonrisa. No te pierdas las mejores historias graciosas de suegras que están circulando por internet. ¡Y si tienes una historia propia, envíanosla y únete a la diversión!

La dieta de la suegra inmortal

La dieta de la suegra inmortal

Mi suegra es una de esas personas que creen tener la receta para la vida eterna, y aparentemente su plan es hacernos sufrir en el proceso. Un día, nos anunció: 'Voy a empezar una dieta nueva. Ustedes también deberían hacerlo, es por su bien.' Cuando lo dijo, casi escupo el café. ¡¿Dieta?! Si la última vez que cocinó algo saludable fue en la década de los 80... y fue un accidente.

Pero claro, como buenos mártires, mi esposa y yo aceptamos el desafío. El menú era un misterio. Sabíamos que algo estaba mal cuando dijo: 'Hoy vamos a cenar algo que limpiará el alma y el cuerpo.' Yo pensé: '¿Un exorcismo? Porque eso es lo único que necesita esta casa.'

Llegó la noche, y ahí estaba mi suegra, con una sonrisa siniestra, sirviendo una especie de sopa verde. No sé qué ingredientes llevaba, pero parecía que la había sacado de un pantano. 'Es una receta ancestral', dijo. Y claro, yo lo creí, porque nada que huela así podría ser de esta era.

Mi esposa, siempre optimista, tomó el primer bocado. Yo, por supuesto, esperé. '¿Qué tal está, cariño?' pregunté, viendo cómo le temblaban las manos al sostener la cuchara. Me miró, forzando una sonrisa, y dijo: 'Está... interesante.' Ah, interesante. La palabra que usas cuando algo te sabe a jabón, pero no quieres morir delante de tu madre.

Cuando finalmente me animé a probarla, supe al instante que algo andaba mal. El sabor era... indescriptible. Como si alguien hubiera mezclado césped, detergente y arrepentimientos en una licuadora. Pero claro, mi suegra seguía diciendo: 'Esto es lo que me mantiene joven y fuerte.' Y yo pensé: 'No señora, lo que la mantiene es el miedo que nos tiene a todos de que siga viva eternamente.'

Al segundo día, la cosa empeoró. Ahora era una especie de licuado de 'frutas exóticas'. Frutas exóticas, decía ella... aunque lo que vi flotando ahí parecía más una especie de bicho alienígena. 'Esto es para desintoxicar el cuerpo', explicó. Y lo único que pensaba era: 'Sí, pero también desintoxica las ganas de seguir viviendo.'

El tercer día fue la gota que colmó el vaso. Mi suegra apareció con un plato que, según ella, 'purificaría nuestras almas'. No sé de qué religión saca esas ideas, pero definitivamente no es una religión de este planeta. Lo único que sé es que, después de tres días de su dieta, yo ya estaba al borde de pedir un rescate.

Finalmente, cuando pensé que no podía empeorar, me miró y soltó: 'Si sigues comiendo mal, voy a tener que mudarme contigo para cuidarte.' Y ahí supe que, si quería salvar mi matrimonio y mi salud mental, era mejor seguir tragando esa cosa verde... o tal vez solo mudarme a otro continente.

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