Las Historias Más Graciosas de Suegras para Morir de Risa

Mi suegra siempre fue una mujer muy especial... en el sentido de que no sé cómo sigue viva a pesar de lo malvada que es. Para darte una idea, su última revisión médica fue hecha por un exorcista. Cada Navidad, en lugar de villancicos, rezamos por su partida... no hacia el cielo, claro, sino más bien a una dirección que rima con 'infierno'.

Un día, finalmente ocurrió lo impensado: mi suegra me llamó por teléfono. No para reprocharme por qué aún sigo casado con su hija (aunque estoy seguro de que lo pensó), sino para decirme que estaba 'enferma'. Mi primera reacción fue una sonrisa. Digo, después de todo, ¿quién no se alegraría de recibir una noticia así después de años de aguantar comentarios como: '¡Si tan solo fueras la mitad de hombre que mi ex-yerno!'?

Fui al hospital a visitarla, más por asegurarme de que era real, y allí estaba, en la cama, con una expresión que decía: 'Todavía no te libras de mí'. Mientras se quejaba de lo mal que la trataban las enfermeras ('No saben ni cómo hacerme la cama', claro, porque las enfermeras estudian seis años solo para eso), el doctor me miró y, con una sonrisa cómplice, me dijo: 'Está mejorando. Lo más probable es que viva otros 10 años'.

Y en ese momento, sentí como si el mismo diablo me estuviera susurrando al oído: 'Ja, ja, ja... ¡sigue sufriendo!' Al final de la visita, mi suegra me dijo que estaba haciendo su testamento. Me emocioné, claro, ¿quién no lo haría?

Llegó el día en que leímos el testamento. Mi suegra, la bruja inmortal, finalmente había dejado este mundo. Abrieron el documento y allí estaba, en letras grandes: 'A mi querido yerno, le dejo... mi perra. Para que siempre recuerde que algo en su vida tiene más rabia que yo.'

Si te hizo reír, espero que hayas sobrevivido la carcajada... al contrario de lo que pasó con mi suegra. 😏'